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Capilla de El Salvador (Úbeda, Jaén) |
El proyecto inicial es de Diego de Siloé (c. 1495-1563), el mejor arquitecto y escultor español del renacimiento, y la realización de Andrés de Vandelvira a partir de 1540. El templo fue consagrado en 1559. Su primer capellán fue el Deán Ortega, para quien se construyó el gran palacio que hay a la izquierda de la fachada principal de la capilla. (actual edificio de Paradores).
Cuenta con una sola torre rematada en forma de cebolla, al estilo centroeuropeo. Formó un conjunto con el palacio Cobos, la universidad y el hospital. De hecho, el fundador, se había dirigido a Paulo III solicitando licencia para establecer junto a su capilla, "una cátedra o estudio general en donde se leyesen lecciones y se diese cualquier grado de enseñanza así como era en Bolonia, París, Salamanca o Alcalá", obteniendo respuesta satisfactoria del Pontífice en 1541.
Aparentemente, al visitante actual, la cuajada decoración escultórica de emblemas, escudos nobiliarios y símbolos funerarios de la fachada principal y del interior, apenas le conduce a entrever la más mínima seña externa alusiva al enterramiento de tan alto dignatario. Pasa tan inadvertido y solapado que únicamente es descubierta su trascendencia sepulcral si nos adentramos en el conocimiento simbólico y espiritual de los parámetros espacio-tiempo-lugar, en los que se ubica la centralizada cripta de la grandiosa y simbólica rotonda. Su forma circular, es la más perfecta para expresar lo que Palladio definía como unidad, o esencia infinita emanada de la uniformidad y justicia de Dios.
De complejidad decorativa y simbólica extrema, el monumento contrasta con la rancia austeridad hispánica del propio palacio del promotor de esta capilla, de sobriedad castellana extrema, en la calle Francisco de los Cobos, a un paso del templo y de esta plaza.
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