
Hay algo especial en esta antigua sinagoga... Al atravesar la que llaman Puerta del Alma, se siente una pulsación distinta, una energía electromagnética que retuerce las varas de metal usadas por los zahoríes. En su interior, la atmósfera es algo más que mágica. El agua fluye por canales subterráneos que llenan las bocas anchas de los pozos rituales, situados en las esquinas de la estancia principal. Es un espacio dividido por grandes arcadas, con una galería en la parte superior posiblemente desde donde las mujeres sefarditas seguían el ceremonial, semiocultas tras los velos y las celosías.

Un pasadizo subterráneo, erosionado y modelado por la corriente de agua con caprichosas formas, conduce hasta el corazón de la sinagoga: el Baño Ritual ¡Es la joya de este espacio! El magnetismo de esta estancia, a modo de caverna, es aún mayor. Una pequeña alberca, excavada en su centro, invita al iniciado a descender hasta el agua prístina que mana en su interior, todo el año, siempre cristalina, y casi siempre al mismo nivel, ¿no es un misterio?

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