miércoles, 30 de marzo de 2011

Los juancaballos, una leyenda popular de Úbeda

Cuentan que en las profundas grutas de sierra Mágina se esconden unos extraños seres conocidos como los “juancaballo”. Son mitad hombre mitad corcel, malignos, crueles, y no gustan de vivir a la luz del sol. Hubo un tiempo en el que la población de Úbeda estaba tan aterrada con sus sanguinarias correrías que los inmortalizó en la fachada de El Salvador, para exorcizar, así, el miedo y suplicar protección a la divinidad.

Detalle de la fachada de la Capilla funeraria del Salvador del Mundo. La profusa imaginería es obra del escultor Esteban Jamete.

El relieve de los juancaballo está labrado en los contrafuertes de la capilla funeraria que levantó Francisco de los Cobos en Úbeda. En realidad, se trata de la representación de un episodio mitológico: Hércules luchando con el centauro. En la abrumadora fachada de este templo, una de las más ricas del Renacimiento español, convive la iconografía bíblica con el mundo clásico pagano, desarrollando un complejo lenguaje escultórico que alude al honor, a la gloria, al Salvador del mundo y, sobre todo, a la muerte...

Los pasajes del Antiguo y del Nuevo testamento conviven, en la Capilla del Salvador, con motivos paganos como éste, que dió lugar a la leyenda de los juancaballos.

Nuestro célebre escritor Antonio Muñoz Molina también se hace eco de la popular leyenda de los juancaballo en su novela El jinete polaco, premio Planeta en 1991: “…En la Sierra vivían unas criaturas mitad hombre y mitad caballo que eran feroces y misántropos y que en los inviernos de mucha nieve bajaban al valle del Guadalquivir exasperadas por el hambre y no sólo pisaban con sus cascos equinos las coliflores y las lechugas de las huertas, sino que llegaban al extremo de comer carne humana. La prueba de que los juancaballos existían, aparte del relato de algunos hombres aterrados que sobrevivieron a su ataque, estaba, labrada en piedra, en la fachada de la iglesia del Salvador, donde es verdad que hay un friso de centauros, de modo que si los habían esculpido en un lugar tan sagrado, junto a las estatuas de los santos y bajo el relieve de la Transfiguración del Señor, argumentaba sonriendo mi abuelo, muy hereje hacía falta ser para no creer en ellos…”

Fachada de la Capilla del Salvador de Úbeda, en una postal de principios del siglo XX.


Inquietantes leyendas como esta, cuentos e historias que tienen mucho de real y de paranormal, te esperan en Úbeda, en la ruta temática Úbeda sobrenatural y esotérica ¡no te la pierdas!


Más información:
Día, sábado 2 de abril.
Hora y lugar, en la sede de ArtificiS (junto a la Capilla del Salvador) a las 20.00h
Precio: 12 euros por persona (1 euro de descuento cono el Bono U+B y con la Visita Diaria a Ubeda)
Nº de participantes: 30 personas máximo (recomendamos reservar llamando al 953 75 81 50) .

martes, 22 de marzo de 2011

La casa del inquisidor

La Sinagoga del Agua, en Úbeda, ha estado sepultada durante cientos de años bajo toneladas de cascajo, emparedada tras gruesos muros de piedra y arena, y también disimulada entre los alicatados y las falsas paredes de las numerosas obras, particiones y reparaciones que ha sufrido el solar y el inmueble de la sinagoga desde el siglo X. Se habrá perdido mucho, sin lugar a dudas, pero también hemos tenido la inmensa suerte de recuperar al menos 7 estancias, que son todo un lujo para los amantes de la cultura y el patrimonio, y que iremos desgranando una por una.

Sala de los testigos, también conocida como Casa del Inquisidor, está adornada con objetos de época.

Al interior de la Sinagoga del Agua se accede desde la sala de Recepción de Visitantes. La primera estancia del recinto, la Casa del Inquisidor, se halla rebajada varios peldaños. Es una pequeña bajada de 7 escalones, pero ya parece indicar que te estás adentrando en otra dimensión. Está decorada con mobiliario y enseres que datan del siglo XV en adelante: bargueños, escritorio, plumas y tinteros, pergaminos, cuadros y crucifijos. Pretende, con ello, recrear el domicilio del inquisidor de Úbeda, que ocupó el inmueble después de expulsar a los judíos de la ciudad.

Libros y pergaminos sobre una antigua mesa del siglo XV.

Nada más conquistar Granada, los Reyes Católicos promulgan un edicto por el que destierran a los judíos de todos sus reinos. Los que deciden quedarse son bautizados, y pasan a engrosar la lista de conversos: el objetivo favorito de la Inquisición. Durante el siglo XVI las denuncias y las persecuciones de los judeoconversos es feroz, una nefasta situación que se prolonga, con más o menos altibajos, hasta el siglo XVIII. En la sala conocida como casa del inquisidor, se abre un ancho arco apuntado que da acceso a la siguiente estancia de la Sinagoga del Agua: la Sala de las Tres Culturas, que os contaremos más adelante.

Parte del arco ojival que da acceso a la Sala de las Tres Culturas

Si no puedes esperar, hacemos visitas guiadas todos los días, mañana y tarde. Sólo cuestan 3 euros. Los miércoles la visita está reservada para grupos. Y si adquieres tu Bono Turístico U+B, entre todas sus ventajas, encontrarás un precio especial para visitar la Sinagoga del Agua.

¡Informate!: 953 75 81 50




martes, 15 de marzo de 2011

Un caso de emparedamiento en Úbeda

Aunque parezca mentira, el emparedamiento es una actividad muy frecuente en toda Europa durante el siglo XVI, que afecta sobre todo al género femenino. Y también, aunque parezca mentira, la mayoría de estos crueles encierros son voluntarios. Las mujeres sepultan sus cuerpos para liberar sus almas. Se sienten, así, más cerca de la divinidad. Sin embargo, otros emparedamientos nada tienen que ver con el consentimiento y la mística, sino con la fuerza y la represión más brutal. Muchas mujeres, en el medievo, eran sometidas a esta cruel práctica como castigo por manchar la honra familiar, por casos de adulterio, infidelidades, celos, o cualquier otro espurio motivo.

Casa de las Torres, en una postal coloreada de principios del siglo XX

La casona palaciega de las Torres, en la ciudad de Úbeda, es protagonista de un caso de emparedamiento ocurrido en esta época. A principios del siglo XX, un albañil que realizaba obras de reparación en el inmueble, descubrió detrás de una gruesa pared un amasijo de huesos, hábitos religiosos y rosarios. Los despojos fueron adjudicados a Ana (o Antonia) de Orozco, una joven recién casada que desapareció de la noche a la mañana en aquel enrome y frío palacio a mediados del siglo XVI. La familia acusó entonces al marido de la chica: Andrés Dávalos de la Cueva, nada menos que caballero de la orden de Santiago, regidor y comendador de la ciudad. Era un tétrico personaje, demasiado poderoso, que no dudó en cerrar la boca a sus suegros con doblones de oro. La leyenda retrata al marido Andrés Dávalos como un hombre ya entrado en años, celoso y sin escrúpulos, que al sentirse traicionado por su joven y hermosa mujer, no dudó en emparedarla viva, para lo que cuidó de vestirla con hábitos de monja.

Patio de la Casa de las Torres a principios del siglo XX. La mayoría de los arcos están cegados, y en el suelo hay esparcidos capachos de esparto para prensar la aceituna.

Tan jugoso episodio de la historia de Úbeda no escapa a la maravillosa pluma de Antonio Muñoz Molina, que vivió su infancia justo enfrente de la Casa de las Torres. En El jinete polaco (Premio Planeta y Premio Nacional de Literatura) relata su propia versión novelada de los hechos. Según nuestro escritor fue un gato el que entró en el edificio e hizo saltar una bomba de la guerra civil que ocasionó el derrumbe de un muro, tras el que apareció una momia vestida de época: “Guapísima, como una artista de cine, y rápidamente corrigió, como una estampa de la Virgen, vestida de dama antigua, morena, con tirabuzones, con un vestido de terciopelo negro, con un rosario entre las manos, una santa martirizada en secreto, emparedada en el sótano más hondo de la casa de las Torres, tras un muro de ladrillo que la explosión de una granada derribó por azar”.

Detalle de una gárgola de la fachada de la Casa de las Torres. Estas grotescas esculturas eran símbolo de irracionalidad, de vicio frente a la virtud. Autor: Antonio José Muro Sánchez

Pero, una leyenda que se precie debe buscar un final acorde, en el que no queden impunes los horrendos hechos cometidos. Así, los huesos de Ana de Orozco fueron enterrados en el cementerio de San Ginés de la ciudad, y desde entonces, la noche de Todos los Santos, se escuchan en su tumba los patéticos lamentos del marido, rogando perdon durante la eternidad...

Si te ha gustado, no te pierdas la ruta sobrenatural y esotérica de este sábado 19 de marzo.


miércoles, 9 de marzo de 2011

Platos de caza menor en el Jaén medieval

Coto de caza en Sierra Morena. Autor: El coche de san Fernando

Si hoy en día la riqueza cinegética de la provincia de Jaén es excepcional, ¡imagínate lo que debió ser hace medio siglo! Jaén es la provincia española con mayor número de Parques Naturales, entre los que se encuentran las exuberantes sierras de Cazorla, Segura y las Villas, junto con las soleadas dehesas de Sierra Morena. Todo un paraíso para los cazadores de ahora y para los de antes, ¡que tenían que vérselas hasta con los osos! “En 1486 los vecinos de Torres obligan a su señor, el comendador, a que les facilite licencia para cazar jabalíes y osos” (Revista Don Lope de Sosa, 1913).

Naturaleza muerta con aves de corral. Sánchez Cotán (1560-1627)

Sin embargo, desde la Baja Edad Media, es mucho más frecuente la caza menor: de liebres, conejos, patos silvestres y sobre todo, perdices. Al contrario de lo que puedas pensar, la caza de piezas menores era considerada también un lujo, sólo al alcance de las clases sociales más acomodadas. En el siglo XV, un par de perdices llegaban a costar 25 maravedíes ¿Quién se lo podía permitir?

Magret de pato de los "señores de palacio", plato estrella del restaurante Cantina La Estación

¡En fin!, el panorama ha cambiado muchísimo en la actualidad. En Úbeda son numerosos los bares y restaurantes que sirven, hoy en día, exquisitos platos con piezas de caza menor. Otros, como la Cantina La Estación, evocan aquellos tiempos con recetas más que innovadoras y sugerentes, dentro de las Jornadas Gastronómicas en el Renacimiento que tienen lugar en Úbeda. Su plato estrella es el magret de pato “de los señores de palacio”, y puedes degustarlo hasta el día 20 de marzo. Está elaborado con magret de pato, uvas moscatel, reviolis de caqui macerados en whiskey, granadas y frutos del bosque, simplemente... ¡irresistible!


Más información en ArtificiS: 953 75 81 50

miércoles, 2 de marzo de 2011

Recetas tradicionales con toques innovadores

Las Jornadas Gastronómicas en el Renacimiento, que se celebran en la monumental ciudad de Úbeda, son un muestrario de jugosos platos tradicionales que desprenden, también, sutiles aromas futuristas ¡Qué difícil resistir a la creación gastronómica de nuestros chef! ¡Y qué maravilloso regalo para los paladares exquisitos! Si el tuyo es de estos últimos tienes que probar el menú del restaurante-tapería Antique, hasta el 6 de marzo.

El restaurante y tapería Antique está situado en la calle Real, en pleno casco histórico de Úbeda,. Autor: Crastino, de El Laboratorio Gastronómico.

Es un laboratorio culinario donde encajan a la perfección la sabiduría de otros tiempos con la osadía del porvenir. No en vano, el restaurante Antique es una joven iniciativa que ya ha logrado sus reconocimientos en el mundillo gastronómico, con recetas tan sugestivas como las chuletillas de Cordero en costra de trigo y sésamo, acompañadas con ensalada de cous-cous, kumato, menta y dátiles ¿Te atreves a cocinarla? Necesitarás chuletillas de cordero segureño de palillo, huevo, harina, sémola de trigo, sésamo dorado, tomates kumato, cous-cous, hojas de menta, zumo de limón y de naranja, dátiles y aceite de oliva virgen extra de la tierra de Jaén.

Chuletillas de cordero según la receta del restaurante Antique, con el chef Fernando a la cabeza.

¿Cómo hacerlo? ¡Sencillo! tienes que preparar el cous-cous y añadirle los tomates kumato pelados y cortados a cuadraditos, junto con menta y aceite arbequino Melgarejo, sal y limón. Una vez el cous-cous preparado, le quitas el hueso a los dátiles para partirlos por la mitad. Los dátiles tienen que haber macerado antes en zumo de naranja, zumo de limón, aceite y menta. Por último, debes salpimentar las chuletillas, con los huesos pelados, y pasarlas por harina, huevo, y por una mezcla hecha con sémola de trigo y sésamo dorado, y… ¡ya está!


Llama al teléfono de ArtificiS para más información: 953 75 81 50